el pantalón feliz

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Las palabras tienen indudablemente el poder de construir, dañar, alimentar o simplemente acariciar. Sí, se puede acariciar a alguien con las palabras, y hay palabras que sin tener la intención, curan, consuelan, acompañan.

Mi experimento artístico-solidario-experimental quedó algo truncado, al no poder concluir con un vídeo lo que yo quería documentar, pero no importa, me dejó una satisfacción y un asombro placenteros (otra vez alimentando el ego!)

Apenas hube dejado al pie del container de basura la bolsa con el pantalón dentro, me retiré ni dos minutos para dejar tiempo y ver desde lejos quién se acercaba, quién leía y quién se llevaba la bolsa, cuando esta desapareció. El que la encontró se fue confiando quizás que lo que se llevaba era en  un trocito de “felicidad” a casa.

r.p.

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6 thoughts on “el pantalón feliz

  1. Bravo Rocío!!!! Me encantan este tipo de trabajos, siempre sale una sonrisa 🙂

  2. ¿Es en verdad la fuerza de la palabra, o simplemente curiosidad… o necesidad… o sapada, como se dice en mi tierra? Tu experimento me recuerda al billete tirado en la vereda y todo el que pasa intentando llevárselo. Una pena que no hayas podido documentar tu experimento. Ojalá el que se lo llevó haya creído que en la bolsa estaba la felicidad.

    • en tiempos de crisis, con palabras felices o sin ellas, quizás un pantalón en buen estado pueda serle útil a alguien, pero ya veremos qué pasa más adelante, seguiré experimentando a partir de la palabra…

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